El verdadero auge del e-commerce en nuestro país fue durante la pandemia . Desde entonces, todos los sectores industriales lo han ido incorporando a sus estrategias, y ahora desafía al sector inmologístico.
Y claro está, el imparable auge del comercio electrónico, con previsiones de crecimiento del 10% al 15% anuales durante la próxima década, ha impulsado que el papel de la logística mediante sus almacenes sea un papel clave en la economía. Las empresas rediseñan sus cadenas de suministros con el fin de entregar el producto en el menor tiempo posible.
Deben mantenerse al día con la frecuencia y el volumen creciente del comercio en línea, así como con la naturaleza cada vez más volátil de los flujos logísticos. Los emplazamientos más cercanos a los grandes núcleos, son una buena oportunidad para generar microhubs capaces de gestionar una demanda alta de pedidos y acortar los tiempos de entrega.
En esta evolución, gran parte del peso queda sobre el tejado de la inmologística.
A raíz del e-commerce, los espacios que alojan y soportan la presión de las operativas son más importantes en el día a día de las empresas que se dedican a la distribución en nuestro país.
Pero no sólo es necesario la implantación de naves última milla, también el desarrollo de proyectos más alejados de los núcleos urbanos, donde se puedan ejecutar grandes centros de distribución en parcelas XXL y naves Big Box.
No obstante, el crecimiento generado por el e-commerce, no se ve acompañado por la disponibilidad de suelo finalista. Para satisfacer la demanda existente, es imprescindible desarrollar nuevos suelos, y esta vez sí, ayudados por las instituciones públicas, que casi siempre se han caracterizado por la poca agilidad en la tramitación urbanística de suelo finalista.
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